viernes, 17 de abril de 2009
Campeonato de skate benéfico en Ibiza
El día que el surf se transformó en skate
Sean ciertas o no, un trozo de madera recubierto de lija, dos ejes y cuatro ruedas dan para mucha diversión, independientemente del lugar donde se ruede. No importa que el sitio sea un “skatepark”, ese lugar adecuado para la práctica con el monopatín, o que se disfrute de la tabla en un parque. Los trucos se realizan sobre barandillas, bancos, escaleras, sobre todo el mobiliario urbano sin piedad.
De adolescentes hasta treintañeros, el skate no tiene límite de edad. El dios Huaja-na-ke, milenario, ya lo practicó mientras perseguía a su amada por la volcánica Hawai. Nadie está a salvo, ni de sus trucos, tan difíciles como el skater quiera ejecutarlos. Desde el clásico y sencillo ollie hasta el kickflip en todas sus variedades. La perfección es el objetivo.
Destreza, peligro, equilibrio, riesgo… todo lo asumió Huaja-na-ke cuando abandonó el mar, su hábitat natural. Jamás regresó, aún le buscan. Muchos lo creen reencarnado en Tony Hawk. Alto y espigado, su versatilidad y capacidad de añadir nuevos trucos al repertorio skate así como su visión comercial le otorgan, sin ninguna duda, el papel de sucesor de aquél que le puso cuatro caracolas a una tabla de coral y creó el skate.
Pasados los 40, el californiano pasea el cetro de dios de la tabla rodada por los cinco continentes. La gente de su generación lo conoce, los jóvenes lo veneran como el gran inventor y ejecutor de piruetas imposibles. Las videoconsolas han sido sus aliadas e incrementaron su fama hasta límites inimaginables sólo unos años antes. Tony Hawk, a los 9 años su hermano le regaló un monopatín, aún no se ha bajado, patina, innova, persigue a su hawaiana. El dios que lleva dentro no le permite descansar.